Tall Tales

Ya estaba oscuro cuando Redwin entró en El Caballo de Mar Jolly. Lyonel trabajó en el bar como siempre y Bradford cantando sin éxito trató de ahogar las animadas conversaciones de los huéspedes de la taberna. El joven marinero ordenó una cerveza – unos pocos barriles habían llegado a este establecimiento para variar – y buscó un rincón relativamente tranquilo para disfrutar de su bebida. Concentrándose en la superficie espumosa, balanceándose suavemente, se sentó.

“Hola, muchacho! Déjame decirte algo, ¿quieres?

Un viejo marinero apareció aparentemente de la nada y se sentaron en el lado opuesto de su mesa.

“¿Qué- Lo siento, te conozco?”, Preguntó Redwin, desconcertado.

“No creas que nos hemos conocido, me llamo Merton. He estado viajando por alta mar desde que era un muchacho, y tengo muchas historias que contar”.

“Estoy seguro de que sí, pero prefiero disfrutar de mi cerveza en soledad si no te importa, ha sido un día largo y-“

“Ahora espera ahí, muchacho. Esto es importante. Permítanme hablarles de algo que es vital para el bienestar de nuestras ciudades y costas justas”.

Los ojos de Redwin se lanzaron a través de la habitación, para ver si alguien podía ayudarlo a salir de esta desafortunada situación. Al no encontrar ayuda, se resignó a su destino. Dejando salir un fuerte suspiro miró en las profundidades de su taza de cerveza. La espuma blanca era ahora, pero un recuerdo lejano y su desaparición había revelado el líquido oscuro por debajo.

“Es la cosa más atrevida, te digo, muchacho. Verás, hay estas pirats.”

“¿Y…?”, Rewin finalmente preguntó, exclusivamente por cortesía, en lugar de un interés genuino.

“Pirats. ¿No te parece que lo menos curioso?

“En realidad no, ya que no es la primera vez que oigo el hilo de un marinero.”

“No, usted no entiende, muchacho. ¡Son pi-ratas!”

“Sí, sí, piratas, lo entiendo. Gente de mala reputación vagando por los océanos. Estoy familiarizado con el concepto”.

“No, son ratas! ¡Pi-ratas!”

“Oh. Por supuesto que sí. Por supuesto que lo son. Se necesitó toda la fuerza de voluntad de Redwin para no rodar los ojos. “Bueno, fue bueno hablar contigo, pero realmente necesito ponerme en marcha, creo que dejé el horno encendido y mi casa probablemente se está quemando en este momento, así que mejor eche un vistazo a tha–”

“Suficiente con su prattle ocioso! ¡Te lo dije, esto es importante!”

“Más importante que no quemar Liberty Bay…?”

“Estos pirats son una amenaza para todos nosotros! Saquean y saquean, asaltan nuestras costas, ellos–”

“Lo entiendo, deben ser detenidos.”

“Exactamente! Así que viaja a Venore y habla con Eustacio. Te informará de los detalles.”

“Lo siento, ¿qué? No, no quise decir meque me detuviera. No quiero tener nada que ver con esto”.

El viejo marinero lo miró por un momento con una expresión en blanco en su rostro antes de que estallara de él:

“Maldito seas! ¡Que Sula te derribe, Redwin! ARRR!”

El joven marinero, desconcertado y confundido por este repentino comienzo de ira, suspiró hacia adentro.

“Hazlo a tu manera entonces; si alguna vez termino en Venore, buscaré a este tipo de Pistachio, créeme, lo haré, sin duda”, respondió por fin, cansado, antes de mudarse de su asiento, dejando su cerveza en su mayoría intacta.

“Me alegro de poder llegar a usted, muchacho! ¡Le diré a Eustacio tu llegada! ¡Tienes que encontrar los pirats!”, gritó Merton después de él.

Redwin envolvió su capa firmemente alrededor de sí mismo antes de desacararse de la lluviosa noche sin estrellas, mientras se movía por las calles adoquinadas de Liberty Bay. Lo único que estaba seguro de necesitar era evitar el Jolly Seahorse por un tiempo, ya que le di cuenta de que Merton había conocido su nombre, a pesar de que no lo mencionaba una vez.

 Imagenes Exclusivas 




Publicar un comentario

0 Comentarios